¿hemos aprendido a bailar y a llorar?

pintura fenicia baile

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «¿A quién compararé esta generación?. Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras». Mateo (11,16-19) 

Algunas personas creen tener el monopolio de lo “correcto”, lo “justo” o lo “bueno” y cuando vieron a Juan le criticaron porque llevaba una vida de asceta, decían que tenía dentro un demonio, y cuando vieron a Jesús también le criticaron por lo contrario, por beber y comer y tener amigos fuera de su círculo. No eran conscientes de las contradicciones de su juicio.

Les habían juzgado sin escucharlos. No habían sido capaces de despojarse de sus convicciones, heredadas quizás, pero en todo caso asumidas como propias. Como Juan y Jesús no decían lo que todo el mundo criticaban sus acciones y decían que su comportamiento era incorrecto. Juan y Jesus entonaban nuevos cantos. Pero pocos, quizás solo los más inocentes, los de corazón como niños, les habían escuchado sin juzgar. Y al escucharles se  habían conmovido y habían sido capaces de  mirar de otro modo, más allá de lo que se esperaba de ellos. Había sido capaces de sentir desde dentro. Ahora que el año va terminando y que se acerca la navidad cabe preguntarse si nosotros, este año, hemos sido capaces de bailar y de llorar.

Imagen: pintura fenicia