El frágil solsticio

fuego

Lo estático no existe. Lo perfecto, tampoco. Cuando llegamos a un extremo, comenzamos a descender hacia su contrario. El solsticio es a la vez principio y final de un nuevo ciclo. Es tan solo un efímero y frágil equilibrio. Porque es más fácil destruir un árbol cuando es tan alto que puede venirse abajo con la tormenta o cuando es joven y puede ser arrancado fácilmente con las manos, Platón defendía el punto medio como el mejor lugar de encuentro. Pero, como es inestable, es difícil no dejarse arrastrar hacia los bordes. Conocer e integrar el balanceo nos permite no ver el mundo en blanco o negro.

Era todo tan leve como el punto
más liviano del sol cuando amanece.
Era todo tan suave como el higo
picoteado de pájaros con sueño.
Era luz que se quiebra en tu sonrisa
suspendiendo sus frutos en la sombra.
Era todo tan tenue que cabía
en un adiós o en una bienvenida.
Era todo tan tuyo y tan ajeno
que se fue dispersando con la vida.
Carmen Alardín. Era todo tan leve como el punto

Rondallas de mayo

guta_sintram

En la Hispania romana en el mes de mayo se adoraba la diosa de la fertilidad Maya, con la que se celebraba la llegada de la primavera en unas fiestas que recibían el nombre de Floralia. Seguramente esta tradición sufrió variaciones con la llegada de la civilización árabe a los campos de Castilla, como la manifestación en cantos o rondas a la persona amada. Rondas y rondallas se siguen cantando por Mayos y Mayas.

«Que por mayo era, por mayo,
cuando los grandes calores,
cuando los enamorados
van servir á sus amores,
sino yo, triste mezquino,
que yago en estas prisiones,
que ni sé cuándo es de dia,
ni ménos cuándo es de noche
sino por una avecilla
que me cantaba al albor:
matómela un ballestero;
¡déle Dios mal galardon!»
Romance del prisionero. Anónimo

(Imagen:  miniatura del mes de mayo dal salterio –  “Guta-Sintram codex”, 1154 ca. Estrasburgo, Biblioteca del Seminario.)

El amor se fue con el viento

1390 roman de la rose brith library

El final de un amor puede ser como el fuego: una explosión de energía concentrada, de rabia y reproches callados que de pronto absorben y funden toda materia. Es energía, furia, que quema y derrite todo a su paso. Solo hizo falta una pequeña chispa para que de pronto ardiera todo. Todo se convierte en cenizas, todo queda de color negro.

El amor puede terminar por un movimiento de tierras. Algo estaba ocurriendo por debajo, sin nosotros notarlo. Hasta que un día, la tierra se mueve. Puede hacerlo de golpe como un terremoto o poco a poco, socavando los cimientos, pero en cualquier caso derribando nuestra casa. Perdemos el equilibrio, no sabemos dónde poner los pies, porque debajo de nosotros el suelo no nos sostiene, lo que creíamos más sólido cae y debemos tener cuidado para no ser aplastados por los trozos fragmentados de lo que habíamos construido.

¿Y si, como el agua, el amor termina inundándonos?. Es cuando no podemos respirar porque nos hemos ido ahogando suavemente. Podíamos haberlo visto llegar pero no siempre nos damos cuenta. A veces incluso no vimos que habíamos construido nuestro amor en una zona fácilmente inundable. El lodo lo cubre todo. Todo está manchado y podrido.

Pero para finales extraños, los que se los lleva el viento. El viento llega de pronto, sin control, sin causa aparente. También se lleva los techos, pero no caen, los levanta de golpe. No podemos hablar con el viento huracanado: todo son ruidos y golpes pero no se escuchan palabras. Vuelan recuerdos, …. Y de pronto descubrimos que, también nosotros, hemos salido volando.

Pero el final de un amor no es la nada. Tras un incendio vuelven a salir las flores, más bellas; las casas nuevas tras el terremoto son más sólidas; la inundación hace las tierras más fértiles, y el aire, …. ¿ Acaso no puede elevarnos un remolino?

“La tierra se va cansando,
la rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de entibiar semillas rotas,
y el cansando de la tierra
sube en la flor que deshoja
el viento… Y allí, en el viento
se queda…”
Dulce María Loynaz ( Tierra cansada, extracto)

(Imagen: Le roman de la rose. 1390. British Library)

La filocadia y las amapolas

2018-05-27 17.46.49

Los primeros monjes griegos buscaban, al orar en sus montañas la Filocadia, el amor de lo bello. Para entrar en la meditación cuenta Jean Yves Leloup que primero hay que aprender a ser montaña, a sentarse y sentir lo inmenso e imperecedero. La montaña es quietud. No es anular el corazón para que no sienta, sino acompasar su ritmo al instante presente, por eso en la meditación prestar atención a la respiración es muy importante. Solo una vez que el hombre ha logrado aquietarse en su interior, puede dirigirse hacia el mundo externo.

Por eso después hay que aprender a ser amapola. Una flor es bella, sin proponérselo. La amapola florece y se prende de color rojo. Una amapola es delicada pero, si el viento la sacude, su flexible cuerpo se adapta, baila y vuelve a encontrar su centro. La amapola mira hacia el sol, vuelve su cuerpo a la luz y la acompaña a lo largo del día. Respirar. Dejarse envolver por el placer de sentir el sol, de ser sacudido suavemente por la brisa, del frescor del rocío de la mañana sobre los pétalos.

De noche, la amapola se cierra: descansa. Luego, la flor se marchita, se seca y pierde sus pétalos. Pero el viento esparce su semilla para que la siguiente primavera vuelva a colorear los trigales.

“¿Mi amor?… ¿Recuerdas, dime,
aquellos juncos tiernos,
lánguidos y amarillos
que hay en el cauce seco?…
¿Recuerdas la amapola
que calcinó el verano,
la amapola marchita,
negro crespón del campo? …
¿Te acuerdas del sol yerto
y humilde, en la mañana,
que brilla y tiembla roto
sobre una fuerte helada? “
Antonio Machado.

 

Reflexiones tras el día de la madre

iglesia HUESCA - SOBRARBE - LABUERDA - SAN VICENTE (LABUERDA)

Además de cuidados, atención y educación, los niños pequeños, para crecer, necesitan sol. No basta con cuidar y atender a nuestros hijos, ni siquiera con dar mimos y besos. Los niños para crecer necesitan tener confianza en la vida; sentir que el mundo es bonito, interesante y cálido.

El comportamiento de los padres en el parque puede ser un reflejo de esta confianza. Aquellos padres más confiados dejan a sus niños gatear y jugar solos al alcance de su mirada. Saben que solo hace falta que sepan simplemente dónde están y enseñarles que si se caen y se hacen daño no pasa nada. Caerse es lo normal si se quiere disfrutar y recorrer caminos llenos de sorpresas. Sin embargo cuando hay angustia en el padre o la madre, la distancia entre éste y el hijo se acorta.

Dice Jung que “nada tiene una influencia psicológica más fuerte en su ambiente y especialmente en sus hijos que la vida no vivida de un padre”. Solo quien ama la vida puede transmitir energía positiva. Ese conocimiento es inconsciente, no es posible explicarlo, simplemente se siente por eso es una energía poderosa, y por eso, cuando falta, ¡deja tanta huella!

«Aunque todos se esfuerzan por salir de sí mismos
Como de la prisión que les odia y encierra,
Existe un gran milagro en este mundo:
Yo lo siento: se vive toda vida
¿Quién, entonces, la vive? ¿Son las cosas,
que como melodía no tocada,
en la tarde se quedan, como en arpas?
¿Son los vientos, que alientan las aguas,
son las ramas, que están haciendo señas,
son las flores, que tejen los perfumes,
son las largas, vetustas alamedas?
¿Son los calientes animales, que andan,
son las aves, que extrañas se remontan?
¿Quién la vive? ¿Tú, Dios, vives la vida?»
Rainer Maria Rilke .

(Imagen: Detalle de la Iglesia de San Vicente de Labuerda, Sobrarbe Huesca)