Perdonar en el campo de batalla

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Los titanes Epimeteo y Prometeo fueron los encargados de dotar de cualidades a los animales recién creados por los dioses y de asegurar la supervivencia de cada uno de ellos. Como no les quedaban ya alas, pelaje, garras o camuflajes para el ser humano, Prometeo robó el fuego de los dioses y enseñó a los hombres a utilizarlo. Así tendrían con qué protegerse.

Pero el dominio del fuego no fue suficiente; los hombres, se mataban entre ellos y los dioses empezaron a temer que nuestra especie quedase exterminada por completo. Por eso Zeus envió a Hermes con dos nuevos dones: respeto y justicia para que construyesen sus ciudades estrechando lazos entre ellos. El problema, explica Platón, es que no lo repartió a todos por igual: a unos les tocó más que a otros.

¿Desde cuanto hemos olvidado que la justicia está mas cerca del perdón que de la venganza?

«Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.»

Los justos. Jorge Luis Borges

(Imagen: Rochester Bestiary (Detalle), 1230, Royal MS 12 F XIII U.K.)

Un toro en Manhattan

 «En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. (…) Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio.» Sal 105

Baal era el dios principal de la mayoría de los  pueblos situados en Asia Menor: Canaa, Fenicia, Babilonia e incluso Egipto en la época de los hicsos. Era el hijo del dios creador y padre de todos los dioses y se le representaba como un joven guerrero, un “toro joven”, un becerro. En épocas de adversidad, para alejar sequías, plagas de langostas y para tener cosechas y rebaños productivos se celebraban ritos en su nombre pues era el dios de la lluvia y de la fertilidad.

Cuando sucedió el crack de 1987, la mayor pérdida de una sesión en la historia del Dow Jones que anuló en una sola sesión bursátil buena parte de las ganancias que se habían acumulado durante cinco años de subidas continuadas en la Bolsa de Nueva York, se instaló, en el corazón de Wall Street, una escultura de bronce un de tres toneladas y media que representa un  toro en postura de ataque simbolizando la fuerza de los agentes bursátiles.

En épocas de pánico y desorientación …. caemos en la adoración de dioses guerreros..

Ensancha el espacio de tu tienda.

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Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega los toldos de tu morada,
no los restrinjas,
alarga tus cuerdas,
afianza tus estacas,
porque te extenderás de derecha a izquierda.
Como a una mujer abandonada y abatida
te llama el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada
—dice tu Dios—.
Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira,
por un instante te escondí mi rostro,
pero con amor eterno te quiero
Isaías (54,1-10)

Como la Biblia se refiere a la historia de Israel, los profetas hablan en metáfora para referirse a lo que le ocurre al pueblo judío. Como un libro de historia vamos siguiendo sus batallas contra distintos pueblos, sus reyes, sus periodos de mestizaje religioso… por eso es difícil encontrar espiritualidad en muchas de sus páginas. La lectura de hoy, sin metáfora, la tiene.

Hay veces que nos sentimos abandonados y maltratados por otros. Nos han dejado solos y sin protección. Lo que dice Isaías es: Ensánchate, despliégate y alárgate para recibir amor. Nos está diciendo que nos rehagamos por dentro, que nos afiancemos sobre nuestros propios pies y que agarremos la vida con nuestras propias manos. La paz depende de nosotros mismos.

Luz en sí mismo

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No por decir “soy el jefe / el padre / el maestro” tienes autoridad. Muchos piensan que ser una figura de autoridad es suficiente para conseguir el respeto de los demás y el liderazgo sobre un grupo o comunidad. Para estar más seguros, la autoridad puede venir reforzada con signos (cetros, coronas, uniformes,…) o un lenguaje que demuestre que la persona está por encima. El “elegido” tendrá entonces la capacidad de mando es decir de reprimir o de ejercer la violencia legítimamente.

La  autoridad de un maestro le viene de sí mismo, de su experiencia, de su confianza en sí mismo y de su capacidad para, justamente, sentirse uno más, un igual, un hermano. Es la autoridad del que no impone, del que comparte…. y para llegar ahí hay que tener un corazón fuerte y generoso. Pero precisamente por eso mismo,  todos podemos ser «maestros» .

El cielo tiene luz en sí mismo y sin embargo no brilla.
También el sol tiene luz en sí mismo, y con todo brilla.
Las estrellas también tienen luz, aún cuando afluye a ellas.
No hay noche que no tenga luz, pero está oculta.

Maestro Eckart

Imagen: Louis XIV. Hyacinthe Rigaud. 1701. Museo del Louvre