Hay veces que nos inunda la culpa

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Hay personas que consiguen que te sientas culpable. Lo consiguieron fácilmente, con un comentario de pasada, con una respuesta corta o con una mirada. Pero la culpa brotó desde el fondo, con fuerza, y desbordó la mente. Resurgen situaciones no resueltas y sentimientos antiguos y profundos de no “estar a la altura”, de no “saber amar” o “ser un egoísta”. Ya no es posible pensar en nada más. La culpa lo inunda todo.

La culpa inunda muchas relaciones, sobre todo entre padres e hijos. Todos hemos intentado alguna vez conseguir que quien más amamos hiciera lo que deseamos. Desde muy pequeños aprendemos a manipular llorando, para que mamá no se vaya al salón tan pronto y se quede al pie de nuestra cama por ejemplo. Porque manipular a través de la culpa sirve sobre todo para retener ,… pero la culpa ahoga el amor. Aquél que consigue ese beso robado, esa compañía “obligada” no llena el vacío porque el que se quedó por sentimiento de culpa, quisiera estar en otro lado.

Pero ¿por qué sentimos culpa? Quizás porque no conseguimos reconocer que hay veces, que a esa persona que amamos nos molesta, nos oprime y por eso la odiamos…. Pero el mismo Jesús dijo: «El que no aborreció a su padre y a su madre como yo, no podrá ser mío; y quien no amó a su padre y a su madre como yo, no podrá ser mío”.

Entonces, perdono: me reconozco en tus ojos cuando me manipulas para no estar solo.

“de pena en pena cruza sus islas el amor
y establece raíces que luego riega el llanto,
y nadie puede, nadie puede evadir los pasos
del corazón que corre callado y carnicero.
Así tú y yo buscamos un hueco, otro planeta
en donde no tocara la sal tu cabellera,
en donde no crecieran dolores por mi culpa,
en donde viva el pan sin agonía.
Un planeta enredado por distancia y follajes,
un páramo, una piedra cruel y deshabitada,
con nuestras propias manos hacer un nido duro,
queríamos, sin daño ni herida ni palabra,
y no fue así el amor, sino una ciudad loca
donde la gente palidece en los balcones.”
Pablo Neruda

( Imagen: Atlas Farnesio, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles)

Amasando amor

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En repostería hay que medir bien los ingredientes porque, si no, corres el riesgo de que la masa quede cruda o de que no suba. Un equilibrio preciso que no permite innovar mucho. Harina blanca, azúcar, huevos y aceite o mantequilla, quizás también, chocolate. Debemos amasar con paciencia y tesón para que todo quede bien ligado, para que todo sea uno. Luego, dejar reposar, un buen rato, horas incluso, a temperatura ambiente, bajo un paño, para que la masa suba antes de introducirla en el horno.

La repostería y el amor se parecen.
Bajo un paño a temperatura ambiente, va formándose mi amor.
Del tiempo y el equilibrio depende que, al meterlo en el fuego, no se queme o me quede crudo el corazón.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Pablo Neruda . Me gusta cuando callas.

(Imagen : Le Livre du Cuer d’Amours Espris, (detalle) 1480. Biblioteca Nacional de Francia)

Sin voluntad no hay pareja

volando“Tanto las vasijas de vidrio como las de arcilla se construyen a base de fuego. Las de vidrio pueden remodelarse si se rompen, pues ha sido por un soplo por lo que han llegado a ser. Las de arcilla, en cambio —de romperse—, quedan destruidas, pues no ha intervenido ningún soplo en su construcción” dijo Jesús en los evangelios-

Solo podremos compartir nuestra vida si queremos hacerlo. Es la voluntad la que determina la unión. Tenemos que soplar para darle forma al amor. Quizás por eso corazón y voluntad son la misma palabra en hebreo. Que no sea por falta de voluntad porque no vivimos nuestra vida ni amemos.

«Amor, amor, las nubes a la torre del cielo
subieron como triunfantes lavanderas,
y todo ardió en azul, todo fue estrella:
el mar, la nave, el día se desterraron juntos.
Ven a ver los cerezos del agua constelada
y la clave redonda del rápido universo,
ven a tocar el fuego del azul instantáneo,
ven antes de que sus pétalos se consuman.
No hay aquí sino luz, cantidades, racimos,
espacio abierto por las virtudes del viento
hasta entregar los últimos secretos de la espuma.
Y entre tantos azules celestes, sumergidos,
se pierden nuestros ojos adivinando apenas
los poderes del aire, las llaves submarinas.»
Pablo Neruda Cien sonetos de amor. Santiago, Editorial Universitaria, 1959.

(Imagen: Pareja volando. Carlos Luis de Ribera y Fieve. 1835 – 1891. Museo del Prado. Madrid)

Aprender a amar despacio

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En repostería hay que medir bien los ingredientes porque, si no, corres el riesgo de que la masa quede cruda. Un equilibrio preciso que no permite innovar mucho. Harina blanca, azúcar, huevos y aceite o mantequilla, quizás también, chocolate. Debemos amasar con paciencia y tesón para que todo quede bien ligado, para que todo sea uno. Luego, dejar reposar a temperatura ambiente, bajo un paño, para que la masa suba antes de introducirla en el horno.

La repostería y el amor se parecen.

En el amor el silencio es importante. Si nunca callamos, no podremos escuchar el silencio, el nuestro y el del otro lleno de alma: no descubriremos quien es realmente. Además, el amor precisa de momentos de distancia porque para apreciar la belleza de las cosas hay veces que es necesario elevarse en la lejanía y observar al otro desde la soledad. Finalmente, si no le prestamos cuidada atención, si no nos tomamos tiempo para observarlo, no descubriremos que es como es y no como me lo he imaginado.

Bajo un paño a temperatura ambiente, va formándose mi amor.
Del tiempo y el equilibrio depende que,
al meterlo en el fuego, no se queme
o quede crudo el corazón.

«Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía”.
Pablo Neruda .

(Imagen : Le Livre du Coeur d’Amours Espris, (detalle) 1480. Biblioteca Nacional de Francia)