Desplegar las raíces

SNAHN_OSUNA_CP_090_D_31_001-1200x1572Dice Cioran que no nacer no está al alcance de nadie. Cada persona fue sacada un día de la nada para ser. Luego, al morir, volvemos al no-recuerdo, a no-saber.
Pero no es cierto que vengamos totalmente de la nada. Traemos “huellas” que han ido pasando de ser en ser desde hace miles de años, que compartimos incluso con otros seres vivos,…

En nuestro ADN está el pasado, el recuerdo que se despliega en cascada por nuestro árbol genealógico. Muchos estudios psicológicos y médicos nos dicen que conocer las huellas generacionales que llevamos nos ayuda a desentrañar nuestra identidad. Podemos detectar enfermedades o incluso, patrones repetitivos de silencios, traumas o necesidades que van pasando, de generación en generación, sin apenas inmutarse.

Pero también sabemos que no todo es genético, el ambiente también influye. El entorno nos transforma, la mirada modifica lo observado, el presente que decidimos nos cambia.

Por eso al despertar en la mañana, me digo que, desde un mismo árbol y con las mismas huellas, cada uno es una semilla diferente. En un jardín o en un bosque, con mejor o peor tierra, más estiércol, luz o agua, cada uno será un nuevo árbol, único, que debe brotar y crecer fuerte.

Un torrente se precipita en mi, de antiguos hombres y mujeres
cuya sangre ha venido a ser la mía. El manantial queda envuelto
por las nieblas de una cumbre tan remota
que no llego a imaginarlo. ¿Por qué
abrupto camino, arrastrando consigo
qué guijarros y arcillas, desviado,
por qué árboles caídos o murmurando ronco
en la sombra de qué matas, ha empujado hasta aquí sus oleadas?
Distingo tan solo las últimas: mis padres,
una abuela hermosísima y ardiente. Más atrás
no puedo remontarme, pero el estruendo
de innumerables vidas ignoradas
me atraviesa confuso: oigo las risas y el llanto,
voces imperiosas o suplicantes
en luchas y abandonos. Yo he nacido
de todo eso y lo guardo en mí
aumentando por mi tímido arranque
en el tramo que me fue otorgado. Si corro
a tu encuentro, todo un pueblo
sale a encontrarte, y al pueblo que está en ti
ofrece su alianza. ¡Qué abismos
de espacio y tiempo,
y cuánta vida y cuánta muerte
caben en un solo latido de amor!
Marguerita Guidacci, Torrente

(Imagen: Árbol genealógico de los Duques del Infantado. Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo Histórico de la Nobleza.)