Caín camina sin rumbo y con una culpa grande. Quiso ser el favorito, el preferido, el más querido y ahora tiene miedo de ser el más odiado. Odio y amor van siempre juntos. El odio es un arma de doble filo, porque herimos al otro y nos herimos a nosotros mismos. Cuanto más grave es la herida que le inflingimos, más huella deja en nosotros, más se hunde en nuestra mente, más incontrolable se vuelve.
Ahora Caín vive en la culpa. Todos sus esfuerzos serán vanos porque nada de lo que intente le va a salir bien; la Tierra le maldice. Ha matado a su hermano, que es como matarse a sí mismo.
«Caín contestó al Señor: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará».
El Señor le dijo: «El que mate a Caín lo pagará siete veces». Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase.»
Libro del Génesis (4,1-15.25)
“el hombre mata lo que ama… El valiente con una daga, el cobarde con un beso”
Oscar Wilde, La balada de la cárcel de Reading.