La escultora Louise Bourgeois empezó a escribir diarios a los 12 años cuando su padre regresó de la primera guerra mundial y el ambiente familiar se llenó de conflictos e infidelidades. Su madre para abstraerse se pasaba el día en los telares, recuperando y rehaciendo tapicerías antiguas. Desde entonces Louise se inventó un universo de nudos, hilos y redes y se pasó la vida explorando, a través de su obra plástica, qué significa hacer, deshacer y rehacer. Al no ser capaz de superar su pasado, había encontrado la forma de subliminarlo: volviéndolo a recrear.
A su madre la esculpió como una araña. Decía que su madre era inteligente, paciente, limpia, útil, razonable e indispensable como ese animal. ….Pero las arañas también son peligrosas. Quizás por ello las arañas de Louise Bourgeois, altas como casas, con sus largas patas y sus oscuros abdómenes, nos provocan un extraño y ambivalente malestar.
«A los nueve años decidí hacerle un regalo a mamá en su cumpleaños,
sola y a escondidas, algo que yo pudiera fabricar,
algo que hubiera hecho yo misma, darle una sorpresa
que le gustara, que la pusiera aunque fuera un poco más contenta.
A escondidas cosí un pañuelo, una servilleta, un repasador, una especie de bolso.
A escondidas corté la manta de mi muñeca en tiras multicolores
y las uní con hilvanes y pespuntes como me enseñaron en la escuela.
Mamá recibió de papá un broche de plata de Betzalel,
una filigrana en forma de montañas gemelas,
y lo abrochó entre sus senos, sobre el vestido azul.
De mi regalo dijo: “Mejor hubieses hecho una sola cosa grande”.
Más de cincuenta años me duró el impacto. No supe qué responder.
“Mejor hubieses hecho una sola cosa grande”… fui entendiendo poco a poco.
Ella murió hace unos años sin que lo hubiésemos hablado.
Pero hoy me enteré que dentro de poco me reuniré con ella, y le diré:
“Mamá, eso es lo que hice. Lo que pude”.
Un pañuelo, una servilleta, un repasador, una especie de bolso».
Hamutal-Bar-Yosef. Un obsequio
(Imagen : Louise Bourgeois, Maman. 1999. Museo Guggenheim Bilbao)