Luces y sombras

Lie Zi se volvió y contempló su sombra. Cuando su cuerpo se inclinaba, la sombra se curvaba, y cuando se tenía erguido, la sombra aparecía recta. «De modo que la inclinación y la rectitud dependen del cuerpo y no de la sombra. Plegarse y estirarse debe hacerse en función de las circunstancias y no del propio yo: a esto se llama mantenerse detrás y encontrarse delante».

En derredor del sol gira la tierra,
haciéndose, al girar, sombra a sí misma,
y en redor de mis propios sentimientos,
hallando sombra y luz, mi mente gira.
Yo no sé qué pensar; me alejo mucho
y otra vez vuelvo al punto de partida;
la luz de mi esperanza nunca muere,
y a impulsos del dolor siempre vacila.
Para soñar en mundos que no veo
me basta mi incansable fantasía,
y para comprender el que habitamos
no me bastan ni el alma ni la vista.
Sombras que ante la luz se desvanecen,
pasan mis ilusiones más queridas:
rocas fijas en medio de los mares,
duran mis penas grandes e infinitas.

Concepción de Estevarena, luchas

La fuerza del agua

No existe el vacío en mi mundo, soy yo que me derramo.
Dejo que el agua acaricie la roca. No busco. Fluyo

“He aquí que sobre el tronco
se rompen gemas:
un verde más nuevo que la hierba
que el corazón descansa:
el tronco parecía ya muerto
encorvado sobre el barranco.
Y todo me sabe a milagro;
y soy esa agua de nube
que hoy refleja en las acequias
más azul su trozo de cielo,
ese verde que rompe la corteza
y sin embargo anoche no existía.”
Salvatore Quasimodo, Espejo

Tomé la vida por un vaso

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En una novela de Haruki Murakami , un ama de casa, con una vida absolutamente monótona pero segura, de pronto pierde el sueño y deja de dormir durante diecisiete días. Se pasa las noches bebiendo coñac, comiendo chocolate y devorando, fascinada, las novelas de Tolstoi y Dostoievski.

Sabemos que por mucho que bebamos de las ofrendas que salen por la tv nunca estaremos saciados. Nos llenan, nos embriagan, pero luego desaparecen. El sistema actual necesita de la insatisfacción y de la obsolescencia y por tanto que sigamos siempre deseando.

Sin embargo, el principio del placer, del que tanto escribió Freud, es también búsqueda de felicidad, y por tanto elemento esencial para movilizar la energía de vida. Nos gusta perdernos en una novela, escuchar una melodía o volar con un beso; nos llena de vida, de fuerza. Todas estas sensaciones nos ayudan a vivir,….pero no deberían ser las que nos llenen porque, como la rosa más bella, poco duran.

«Alguien trajo una rosa
hace ya algunos días, y con ella
trajo también algo de luz,
yo la puse en un vaso y poco a poco
se ha apagado la luz y se apagó la rosa.
(…)
Y he buscado en la sombra de esta tarde
esa luz de aquel día, y en el polvo
que es ahora la flor, su antiguo aroma,
y en la sombra y el polvo ya no estaba
la sombra de la mano que la trajo.
Y ahora veo que la dicha, y que la luz,
y todas esas cosas que quisiéramos
conservar en el vaso,
son igual que las rosas: han sabido los días
traerme algunas, pero
¿qué quedó de esas rosas en mi vida
o en el fondo del vaso?»
Vicente Gallego- Variación sobre una metáfora barroca. Los ojos del extraño

(Imagen: Li Livres dou Santé. Aldobrandino de Siena. siglo XIII. British Library. U.K.)

Mil llamas

amantes

Quizás es que no sabemos bien qué queremos con ello. ¿El placer por el placer? ¿Pasar un buen rato?… Lo que pongamos en la sexualidad será lo que obtengamos de ella: por ello, entonces, puede dejarnos insatisfechos, tristes, sucios, culpabilizados, incompletos …

La sexualidad es energía de vida. No es un pensamiento. Es una fuerza que une a dos seres y permite crear nueva vida. Cuando hacemos el amor estamos abiertos, estamos desnudos. No somos dos sino uno solo donde se unen energías masculinas y femeninas.

Después de la danza, allá arriba, todo es quietud. Hemos llegado al centro de nosotros, al ojo de la tormenta, más allá del pensamiento, allí donde hay calma. Es luz concentrada, es profunda existencia. Entonces todo es brillante, energía condensada, fuerte y poderosa.

Sabemos.

“Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.
No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.
Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.
Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida…, la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.
Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida…?
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo.”
Carmen Conde Abellán. Amante

(Imagen: Theatrum sanitatis. (detalle) Italia, 1400. Biblioteca Casanatense de Roma)

Lo tóxico en grandes cantidades o el equilibrio entre pasión y razón

goya capri

En uno de los grabados de la serie “caprichos”, Goya escribió “el sueño de la razón produce monstruos”. La razón duerme y aparece lo irracional. Pero otra interpretación es posible: ¿podría la razón, llevada al extremo, producirlos también?

Con pasión y razón, caminamos por el mundo,
Sin pasión ni razón, encontraremos el rumbo.

«El árbol del conocimiento era el árbol de la razón.
Es por eso que probarlo
nos arrojó del Edén. Esa fruta
era para secar y moler hasta volverla un polvo fino,
un condimento para usar una pizca a la vez.
Probablemente Dios tenía pensado hablarnos
más adelante sobre este nuevo deleite.
Con él nos llenamos la boca,
atragantándonos de pero y cómo y si,
y de nuevo pero, sin saber.
Resulta tóxico en grandes cantidades, los vapores
se enrollaron en nuestras cabezas y alrededor nuestro
formando una nube densa que endureció como el acero,
un muro entre nosotros y Dios, Que era el Paraíso.
No es que Dios no fuera razonable, es que la razón
en semejante exceso era tiranía
y nos encerró entre sus límites, una celda pulida donde
se reflejaban nuestros propios rostros. Dios vive
al otro lado de ese espejo,
pero a través de la rendija donde la valla no alcanza
a tocar el suelo, se las arregla
para colarse – una luz que se filtra,
esquirlas de fuego, una música que se oye
luego se pierde, y luego se oye otra vez.»
Denise Levertov, Contraband

(Imagen: Francisco de Goya. Grabado de la Serie “Caprichos” nº 43. 1799. Biblioteca Nacional de España)

Más bellos en el otro o el ying y el yang

beato

En el siglo XII, en la región de Aquitania, el beato Roberto de Arbrissel, predicaba ante una comunidad de eremitas formada tanto por mujeres como por hombres. Las autoridades le solicitaron que se separaran por sexos. Fundó entonces una orden doble en el monasterio de Fontevrault. Se organizó incorporando en su seno distintos conventos: para monjes, para laicos, para mujeres célibes, viudas o para antiguas esposas de clérigos (y es que no fue hasta el concilio de Letrán en 1123 cuando se declaró oficialmente inválido el matrimonio de los sacerdotes).

Y es que, en los evangelios apócrifos, Jesús dice “Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra, hembra; ….., entonces podréis llegar al reino de los cielos ».

¿Será por esa razón por la que el beato puso al frente del monasterio a una abadesa?

Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra. Si Dulcemente
Juan Gelman

(Imagen: Comentarios al apocalipsis, siglo X. Beato de Liébana. Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Madrid.)

Un coro, siempre en directo

libro coro 2

Un coro es una voz única formada por voces y tonos distintos, ritmos y colores. La voz de un coro es variedad y potencia. Su fuerza reside en la unión de las voces, en las respiraciones acompasadas, en sentir internamente un mismo y compartido compás. Es encontrarse latiendo todos juntos desde el corazón de la armonía.

La música nos acompaña toda la vida. Al final, cuando ya no podamos escuchar, sabemos que quienes nos quieren nos despedirán con ella, todos juntos.

«Purifica mi pena,
Lluvia que lloras,
Nubes arrastradas
Sobre países donde
se ignora
De qué corazón corren las lágrimas del mundo.
Purificad
Mi pena, rayos radiantes
De la luz del sol que se aleja para siempre
De aquí y ahora, donde yazgo.
Purifica
La pena del corazón en el polvo, en la tumba
Y el surco donde se siembra el trigo
Fin y principio.
Purificadora yo clamo
Con el soplo de los vivos,
Tan alto como la desesperación, o bajo
Como un suspiro, voz
Del aire, de los vientos
Que para siempre suena
En la euritmia de los astros.»

Kathleen Jessie Raine

(Imagen. Libro de coro. Canto gregoriano. 1670. Piezas del propio de la misa para el ordinario del tiempo después de Pentecostés. Biblioteca Nacional de España)

Millares de ojos

ojos

¿Qué es lo que realmente vemos?

  • Al contemplar una montaña busco senderos y calibro cuestas y desniveles porque me gustan los paseos. Sin embargo tú, que pintas acuarelas, descubres sombras y colores y aquél, que colecciona minerales, observa de qué están hechas las rocas. Pero, ¿no es acaso la misma montaña?
  • La piel de la cebolla es lisa y blanca, pero ¡qué de células, si la miramos por un microscopio! ¿cómo es que aparecen imperfecciones y heridas en una superficie que parecía tan lisa?.
  • Desde lo alto de un rascacielos las personas ya no son personas, son como hormigas o puntos de colores; pequeños seres en movimiento continuo, que se mueven sin ningún sentido. ¿Dónde queda, desde arriba, lo muy importantes y distintos que creemos que somos?
«A falta de aquello que desean ver,
mis ojos están hambrientos
y sólo pueden
sentir dolor.
Hubo una vez en que viví tras muros de cristal,
y mis ojos pertenecían
a una ética diferente
que, tímida, limaba los cantos
de todo lo que les encendía.
Normalmente, ver era
cuestión de descubrir
lo que existía bajo el cerebro.
Ahora mis ojos se han convertido
en una parte de mí expuesta
directa, en riesgo y abierta
a todos los viejos peligros.
Ahora veo
mucho mejor
y me duelen los ojos.»
Audre Lorde. Lentes de contacto

(Imagen : Etudes de l´oeil. Dessin de J.J. Lequeu. 1792. Biblioteca Nacional de Francia.)

Cuando te elevas como Platón

rama

Dice Platón que, en nosotros, el dolor y el placer están presentes a la vez, y que el alma puede experimentar al mismo tiempo estas afecciones opuestas. Así, la sed es un dolor cuando se siente, pero al aplacarse origina placer como con el primer sorbo de cerveza fría en una mañana calurosa de verano (Delerm) .

Pero Platón lo que de verdad quería encontrar eran los placeres verdaderos, aquellos que están más allá de la dualidad. Los encontró al dejarse llevar a lo sutil por sus cinco sentidos: “Son los que tienen por objeto los colores bellos y las bellas figuras, la mayor parte de los que nacen de los olores y de los sonidos, y todos aquellos, en una palabra, cuya privación no es sensible, ni dolorosa, y cuyo goce va acompañado de una sensación agradable, sin mezcla alguna de dolor”.

Son los colores, los sonidos fluidos y claros o los placeres ligados al descubrimiento en las ciencias.

« Au-dessus des étangs, au-dessus des vallées,
Des montagnes, des bois, des nuages, des mers,
Par delà le soleil, par delà les éthers,
Par delà les confins des sphères étoilées,
Mon esprit, tu te meus avec agilité,
Et, comme un bon nageur qui se pâme dans l’onde,
Tu sillonnes gaiement l’immensité profonde
Avec une indicible et mâle volupté.
Envole-toi bien loin de ces miasmes morbides ;
Va te purifier dans l’air supérieur,
Et bois, comme une pure et divine liqueur,
Le feu clair qui remplit les espaces limpides.
Derrière les ennuis et les vastes chagrins
Qui chargent de leur poids l’existence brumeuse,
Heureux celui qui peut d’une aile vigoureuse
S’élancer vers les champs lumineux et sereins ;
Celui dont les pensés, comme des alouettes,
Vers les cieux le matin prennent un libre essor,
– Qui plane sur la vie, et comprend sans effort
Le langage des fleurs et des choses muettes ! »
Charles Baudelaire, Les fleurs du mal. Elévation.

(Imagen: Pequeño detalle en una página. Petites Heures de Jean de Berry, 1388. Biblioteca Nacional de Francia.)

Reflexiones tras el día de la madre

iglesia HUESCA - SOBRARBE - LABUERDA - SAN VICENTE (LABUERDA)

Además de cuidados, atención y educación, los niños pequeños, para crecer, necesitan sol. No basta con cuidar y atender a nuestros hijos, ni siquiera con dar mimos y besos. Los niños para crecer necesitan tener confianza en la vida; sentir que el mundo es bonito, interesante y cálido.

El comportamiento de los padres en el parque puede ser un reflejo de esta confianza. Aquellos padres más confiados dejan a sus niños gatear y jugar solos al alcance de su mirada. Saben que solo hace falta que sepan simplemente dónde están y enseñarles que si se caen y se hacen daño no pasa nada. Caerse es lo normal si se quiere disfrutar y recorrer caminos llenos de sorpresas. Sin embargo cuando hay angustia en el padre o la madre, la distancia entre éste y el hijo se acorta.

Dice Jung que “nada tiene una influencia psicológica más fuerte en su ambiente y especialmente en sus hijos que la vida no vivida de un padre”. Solo quien ama la vida puede transmitir energía positiva. Ese conocimiento es inconsciente, no es posible explicarlo, simplemente se siente por eso es una energía poderosa, y por eso, cuando falta, ¡deja tanta huella!

«Aunque todos se esfuerzan por salir de sí mismos
Como de la prisión que les odia y encierra,
Existe un gran milagro en este mundo:
Yo lo siento: se vive toda vida
¿Quién, entonces, la vive? ¿Son las cosas,
que como melodía no tocada,
en la tarde se quedan, como en arpas?
¿Son los vientos, que alientan las aguas,
son las ramas, que están haciendo señas,
son las flores, que tejen los perfumes,
son las largas, vetustas alamedas?
¿Son los calientes animales, que andan,
son las aves, que extrañas se remontan?
¿Quién la vive? ¿Tú, Dios, vives la vida?»
Rainer Maria Rilke .

(Imagen: Detalle de la Iglesia de San Vicente de Labuerda, Sobrarbe Huesca)