
En una competición ciclista muchos de los componentes del equipo tienen que “tirar” en un momento dado para que el más destacado pueda “ir a rueda”. El choque con el aire lo afronta el que va delante y el que va detrás se aprovecha de su estela. Algunos estudios dicen que supone un 25% menos de esfuerzo para el que va a rueda, dependiendo lógicamente de la velocidad, de la intensidad del viento y de la habilidad de los corredores.
Muchas veces en la vida tenemos la sensación de que cuantos nos rodean van “a rueda” y que siempre estamos tirando.
Hay personas que parecen estar siempre pendientes de los demás, y están siempre disponibles. Parecen personas generosas, que se “desviven” por los otros. Generalmente cuando se les pregunta el porqué de su conducta nos contestan que es su forma de ser, su “deber” o que tienen una “obligación moral”. Al ser tan solícitos, esperan que los demás les tengan en estima, les vean indispensables, y, en definitiva, no sepan vivir (trabajar, divertirse, estudiar, desahogarse,…) sin ellos.
Pero ocurre que a veces los demás no responden igual de solícitos o entregados. Entonces aparece el dolor o la rabia. Los solícitos se desbordan. Dejan escapar sus sentimientos. Entonces su discurso es diferente y escuchamos términos aparentemente contradictorios: cariño, culpa, envidia, …. Luego, terminan con la frase sobre la que gira su entrega: “es que si no estuviera yo….”.
Un día sentimos que no podemos seguir pedaleando.
“Todo lo aprendí de quien nunca fue amado: la nieve y el silencio y el grito de los bosques cuando muere el verano.
O aquella canción celta que Kerstin me cantaba:
¿Quién puede navegar sin velas? ¿Quién puede remar sin remos?
¿Quién puede despedirse de su amor sin llorar?
Pero ahora ya la nieve sustenta mi memoria. Y el silencio se espesa tras los bosques doloridos y profundos del invierno.
Por eso puedo navegar sin velas. Por eso puedo remar sin remos.
Por eso puedo despedirme de mi amor sin llorar.”
Julio Llamazares De Memoria de la nieve.
(Imagen : De Consolatione Philosophiae. Boetius. 1501. Strasbourg. Francia)