En repostería hay que medir bien los ingredientes porque, si no, corres el riesgo de que la masa quede cruda o de que no suba. Un equilibrio preciso que no permite innovar mucho. Harina blanca, azúcar, huevos y aceite o mantequilla, quizás también, chocolate. Debemos amasar con paciencia y tesón para que todo quede bien ligado, para que todo sea uno. Luego, dejar reposar, un buen rato, horas incluso, a temperatura ambiente, bajo un paño, para que la masa suba antes de introducirla en el horno.
La repostería y el amor se parecen.
Bajo un paño a temperatura ambiente, va formándose mi amor.
Del tiempo y el equilibrio depende que, al meterlo en el fuego, no se queme o me quede crudo el corazón.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Pablo Neruda . Me gusta cuando callas.
(Imagen : Le Livre du Cuer d’Amours Espris, (detalle) 1480. Biblioteca Nacional de Francia)
Maravillosa y preciosa analogía. Un cálido saludo.
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Me encanto!
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Maravilloso, y encima con ese broche a cargo del inmortal Neruda. Muchas gracias y un saludo.
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Gracias ti!
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