En la hora sexta comemos. En los conventos hay costumbre de guardar silencio pero también de estar todos juntos, de escuchar en comunidad alguna lectura. Nosotros, a mediodía, quedamos con la familia, los amigos o los compañeros (del latín cum panis, “aquél con el que comparto el pan”). No hay celebración que no tenga una comida en común. No hay cultura o religión que no se haya preocupado por comidas y alimentos: manzanas o carnes, ayunos y panes.
Comer, para los seres humanos no es solo alimentarse. Es un acto de interacción social que refuerza el sentimiento de pertenencia a un grupo.
Por eso comer solo nos incomoda. San Antonio Abad indicó que en el convento el hermano culpable de una falta grave debía ser excluido de la mesa y tomar a solas su alimento: “Nadie lo bendiga al pasar, ni se bendiga el alimento que se le da». Comer solo es despojar a la comida de su aspecto humano, y dejarlo simplemente en algo biológico. Por eso, el que come solo muchas veces se busca una “lectura” de otro ser humano. En España por ejemplo en muchos restaurantes está puesta la televisión a la hora de la comida.
La hora sexta es el momento para reflexionar sobre las relaciones con los demás, los grupos a los que pertenezco, la sociedad.
•~…me marcó esta línea “Nadie lo bendiga al pasar, ni se bendiga el alimento que se le da». Buena entrada. ~•
Me gustaLe gusta a 1 persona